jueves, 9 de marzo de 2017





En que "somos flecha lanzada". Ese absoluto bien arriesgado por una poeta nos determina. Pero qué hay en el lugar donde la flecha cae. ¿Nacimiento? ¿O muerte? Lo seguro es que no hubo un camino sino maraña. Luz pero filtrada. Indefectiblemente la flecha declina y cae. He ahí la zozobra y no la calma. El temblor. La disidencia. Una ferocidad en el lugar, en el aire a respirar. Una crueldad sobreviviente. Encuentra el alguien el destino que le creó a él la flecha. Y aprende. Y puede por primera vez abrir los ojos. ¿Para qué están preparados esos ojos? La luz los daña, la noche los retrae y la penumbra no existe. La fealdad o la belleza del drama es inminente.

Allá por 2015

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